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Hondarribia, aeropuerto transoceánico

La recuperación del aeropuerto frontera y el turismo disparan un 25% los vuelos privados. Al aeródromo llegan aeronaves con origen en Rusia, Estados Unidos, Brasil o Marruecos.

Es sabido que en el aeropuerto de Hondarribia solo hay vuelos regulares a Madrid y Barcelona. Que los guipuzcoanos de a pie que quieren viajar a Londres, París o Ámsterdam, por ejemplo, tienen que desplazarse a Bilbao o Biarritz para tomar el avión porque los deseados enlaces con esas capitales desde Gipuzkoa no acaban de llegar. Pues bien. No todo son vuelos a Madrid y Barcelona en Hondarribia. Por el aeropuerto, el año pasado aterrizaron y despegaron decenas de aviones llegados del Reino Unido, de Francia, de Holanda, de Alemania... Pero también de lugares más remotos como Estados Unidos, Rusia, Brasil o Marruecos, por poner unos ejemplos de rutas transoceánicas. «Aquí aterriza gente pudiente con su propio jet, que viene a comer al Arzak o al Akelarre, hace noche en el Hotel María Cristina y luego continúa su camino», asegura un piloto guipuzcoano de línea comercial que conoce muy de cerca el movimiento en la plataforma hondarribiarra. «Amancio Ortega, el dueño de Zara, ha venido ya varias ocasiones en su avión privado», añade una empleada del aeropuerto.

Porque en el aeródromo guipuzcoano hay vida más allá de los tradicionales vuelos regulares a la capital de España y a la ciudad condal. De hecho, a la espera de que se abran nuevas rutas estables a nuevos destinos, buena parte del repunte de viajeros que experimentó el aeropuerto en 2015 -usaron la terminal de Hondarribia 255.071 viajeros, un 3,9% más que en 2014- y que continúa este año se debe precisamente a esos vuelos privados o comerciales no regulares que ofrecen un goteo continuo de operaciones y nuevos pasajeros a las estadísticas del aeropuerto. Si se deja a un lado los vuelos regulares, que transportaron el grueso de viajeros, el año pasado se registraron en el aeropuerto de Hondarribia 2.544 operaciones de vuelos privados y comerciales no regulares. Esta cifra supone un repunte del 25% respecto a 2014. En total, estos vuelos transportaron a 6.384 pasajeros el año pasado, un 10,4% más que el ejercicio anterior. Y este año el resultado de los dos primeros meses del año también arroja datos positivos al respecto.

 

«Gancho turístico»

«El momento de cierta recuperación económica de los últimos meses, el gancho turístico y gastronómico de Gipuzkoa y San Sebastián y la habilitación del aeropuerto para operar vuelos desde fuera del espacio Schengen nos están permitiendo acoger más operaciones y pasajeros de este tipo -en alusión a vuelos privados-, que complementan a la perfección la operativa regular diaria a Madrid y Barcelona», señalan fuentes de Aena.

Los propios trabajadores del aeropuerto también aseguran que la condición de aeropuerto frontera recuperada en septiembre de 2014, que permite que lleguen a Hondarribia vuelos de fuera del espacio Schengen al reinstalar la aduana -un policía controla los pasaportes-, ha permitido la llegada de «más vuelos privados» de ciudades de origen que antes estaban obligados a aterrizar en «Biarritz o Bilbao». De hecho, la tendencia de este tipo de movimientos hasta 2014 ha ido en descenso y se ha recuperado a partir del año pasado. «Antes, todas las estrellas del Festival de Cine venían directamente a Hondarribia y, en los años que se dejó de tener aeropuerto frontera -entre 2009 y 2014- iban a Bilbao o a Biarritz», asegura Iñaki Tolosa, piloto irundarra que acostumbra a realizar la ruta Madrid- Hondarribia.

Jets privados

Pero, ¿qué hay detrás de esos vuelos privados y comerciales no regulares? «Los aviones pequeños son de gente de muchísimo dinero, que viene con sus aeronaves privadas. Se está poniendo de moda venir a Gipuzkoa de turismo a comer, al Arzak, a Subijana. Cada vez vienen más americanos. Alquilan un coche y se hacen una ruta gastronómica», afirma el piloto irundarra. Según explica, se trata de jets privados, muchos de ellos preparados para «vuelos transoceánicos», con piloto y tripulación, que «cuestan un dineral cada hora de vuelo».

El año pasado, según los datos de Aena, desde Estados Unidos llegaron a Hondarribia vuelos desde Nueva York, Nueva Jersey o Bangor (Maine). También aterrizaron aviones privados de Río de Janeiro o Recife, o desde Moscú, Vilnius o Kiev, por poner ejemplos exóticos. «Algunos vienen sin hacer escala y otros pueden hacer parada en alguna ciudad antes de aterrizar en Hondarribia», afirma el piloto. En algunos casos son aerotaxis contratados y en otros aviones privados «como el que tiene Julio Iglesias».

Junto a esos vuelos de lujo, «también hay vuelos charter de aviones más grandes, con equipos de fútbol que juegan en Anoeta contra la Real Sociedad», añade. En los datos de Aena figuran en enero y febrero vuelos de Málaga, A Coruña y Granada, precisamente equipos que han rendido visita con el conjunto txuriurdin. «Otras veces llegan orquestas completas en aviones grandes para tocar en el Kursaal», añade el piloto.

Además, en época de vacaciones escolares, también llegan familias en aerotaxi. «Hace poco aterrizó en un vuelo privado la cantante Ainhoa Arteta con sus hijos», asegura una empleada del aeropuerto. Esta trabajadora añade que otro perfil de usuarios de los vuelos privados son parejas de «alrededor de 70 años que vienen en un avión de dos plazas y que van de ruta. A veces choca un poco ver a gente de esa edad pilotando».

Escuela de pilotos

Otra buena parte de la actividad del aeropuerto tiene su origen en la escuela de pilotos Easoflyers, con sede en el aeropuerto, y a los servicios de vuelo que ofrece. «Damos formación y también alquilamos el avión a los pilotos que han sacado la licencia. Los fines de semana que hace buen tiempo podemos realizar hasta ocho vuelos diarios», afirma Jorge Capdequi, director de Easoflyers.

Capdequi se lamenta de que el aeropuerto de Hondarribia podría acoger más vuelos privados de los que recibe en la actualidad. «La política de Aena en este aeropuerto ha sido de mínimos. Se han rechazado vuelos a montones, sobre todo aerotaxis, y eso lo saben perfectamente los organizadores de eventos como el Festival de Cine. Ponen tantos problemas para que aterricen que al final acaban en otros aeropuertos», añade el director de la escuela.

Según explica, el problema radica en el tamaño de la plataforma del aeropuerto. «La ampliación que desechó no solo contemplaba la ampliación de la pista, sino también del parking de los aviones. Antes se podían aparcar las aeronaves a distancias relativamente cortas. Pero hoy en día, con las nuevas normas de seguridad y las distancias mínimas, se han priorizado aquí los vuelos de línea y se ha repartido la plataforma de tal manera que se ha dejado poco espacio para otros vuelos, que al final acaban en Biarritz, donde todo son facilidades», explica Capdequi.

El director de la escuela de vuelo admite, no obstante, que una de las cosas que se ha mejorado es la recuperación de la condición de aeropuerto frontera (aduana), lo que permite la llegada de vuelos de fuera del espacio Schengen. «Gipuzkoa ha sido un sitio muy atractivo y de toda la vida venían aerotaxis grandes para grandes fortunas. Pero durante cinco años, al no existir aduana, se han ido a Biarritz. Y ahora eso se ha recuperado», asegura.

 

FUENTE: Diario Vasco